El Universal, 19 de junio de 2020
El pintor español Martín de Cervera plasmó en una pintura de 1614 una lección de teología en la Universidad de Salamanca y la imagen es muy similar a lo que podríamos ver en las universidades modernas hasta hace unos meses, un profesor frente a estudiantes sentados en un salón de clases. Si bien la radio y la TV, y más recientemente Internet, han abierto la posibilidad a nuevas modalidades de enseñanza, a enriquecer procesos de formación y generar competencias por medio del uso innovador de la tecnología, al final estos medios han sido adoptados marginalmente.
La educación presencial ha prevalecido e irónicamente ha permitido su masificación. Durante años vimos cómo, al compás del avance tecnológico, las universidades se replegaron a los métodos más tradicionales de enseñanza.
En este nuevo contexto, la pandemia llegó para sacar a la sociedad de su zona de confort, y en el caso de las universidades, para impulsar el salto a la adopción de tecnologías aplicadas a la docencia. Finalmente, los docentes universitarios se han abierto a la implementación de nuevas tecnologías en sus clases, aunque de manera obligatoria. A pesar de la generalizada paquidermia transformando sus procesos formativos, los profesores y muchas universidades han respondido a esta crisis de manera relativamente rápida.
Por el lado de los estudiantes se evidencian reclamos por el cambio, dado que hay signos preocupantes de los perjuicios generados por esta abrupta transición. Según los datos del DANE, en Colombia los hogares del estrato 6 cuentan con cobertura casi universal de Internet, pero persisten diferencias inaceptables entre los estratos más bajos de las distintas regiones.
Según el Censo Nacional de Población y Vivienda del DANE, mientras en Bogotá uno de cada dos hogares del estrato 1 tienen Internet (55,9%), en el Caribe sólo uno de cada diez cuenta con este servicio (11,7 %). Ello nos hace la región más rezagada, por encima del Pacífico (su cobertura es de 16,8%).
Otra parte corresponde a la calidad del servicio. Encuestas a profesores y estudiantes revelan que la inestabilidad del servicio de internet y el fluido eléctrico son los factores que más han afectado las clases remotas. Las cifras sobre velocidad del Internet reiteran la necesidad de mayor y mejor conectividad en el país. De un total de 173 países, Colombia aparece de puesto 100 en el Índice Global de Velocidad de Internet por telefonía móvil y de 87 en el de Internet vía conexión fija.
La profundización de la brecha tecnológica toca dimensiones del ser humano diferentes a la educación, como los servicios de salud y bancarios, la recreación o el comercio. El Internet cumple un papel similar al del transporte público: un servicio necesario para acceder a otros en muchos casos esenciales para la vida.
**Las opiniones aquí expresadas no comprometen a la UTB o a sus directivas.
*Vicerrector académico, UTB.
No hay comentarios:
Publicar un comentario