El Universal, 6 de Julio de 2018 (Enlace).
El mundo está cambiando a un ritmo que sobrepasa nuestra capacidad de respuesta, y en este contexto, las instituciones de educación superior (IES) tienen un reto mayúsculo: ampliar las oportunidades de formación de alta calidad.
De acuerdo con la mayoría de modelos del desarrollo contemporáneos, la educación representa un papel central en la construcción de nuestro futuro como sociedad; sin embargo, es claro que en muchos países y en especial en Colombia persisten rezagos de algunas regiones que deben ser superados, entre ellos, los relacionados con educación superior. Estas brechas pueden observarse actualmente tanto en cobertura como en calidad.
En cobertura, al cuantificar el número de estudiantes matriculados en IES entre 2010 y 2016, el Caribe participó en promedio con el 15,2% del total de matriculados, porcentaje que contrasta con su participación poblacional del 22%. Mientras tanto, Bogotá se consolidó como el centro educativo del país, con el 31,5% del total de estudiantes matriculados, pese a representar apenas un 16% de la población nacional. Este desbalance entre oferta y demanda indica que nuestra región es “exportadora” de estudiantes, mientras que la capital del país es “importadora” de talentos.
Entre los ocho departamentos de la región Caribe solamente Atlántico clasifica como un departamento que atrae estudiantes.
Este mismo fenómeno de rezago regional se observa respecto al número de IES, dado que en la región Caribe está aproximadamente el 15% del total, lo que sigue representando un porcentaje inferior a su participación poblacional del 22%. Al igual que en el caso de la matrícula, Bogotá lleva el liderazgo en porcentaje de IES, con 36% del total.
En calidad, la historia de las brechas interregionales se repite. De acuerdo con datos del Ministerio de Educación Nacional (MEN), a mayo de 2017, solamente 44 IES nacionales contaban con acreditación de alta calidad y, de estas, aproximadamente un 11% estaban en la región Caribe, mientras que un 48% lo estaban en Bogotá, lo que refleja importantes desbalances en la distribución geográfica de la calidad.
Como lo señala el Banco Mundial en su más reciente informe, si consideramos que los incrementos en cobertura sin calidad tienen poco impacto sobre el logro educativo y bajos retornos sociales, es necesario que los indicadores, tanto de cobertura como de calidad, avancen de la mano. Los habitantes de la región Caribe merecemos no solamente una amplia oferta de oportunidades, sino una oferta de alta calidad.
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