El Universal, 25 de Mayo de 2018 (Enlace)
No extraña que muchas de las bancas de descanso del paseo peatonal de Bocagrande y Castillogrande miren hacia la calle, dando la espalda a la bella bahía de Cartagena. Este pequeño descuido del diseño urbano simboliza la historia reciente de una ciudad que crece de espaldas al mar y a sus cuerpos de agua.
El pasado miércoles la UTB realizó, en asocio con Cartagena Cómo Vamos, una reunión con más de veinte representantes de fundaciones, instituciones, gremios, juntas de acción comunal y académicos con el objeto de identificar los esfuerzos dirigidos hoy a conservar los cuerpos de agua de la ciudad.
Algunas de estas iniciativas tienen que ver con su recuperación, otras con su articulación a proyectos productivos y otras como plataformas para la implementación de un modo de transporte acuático. En el caso de la movilidad acuática, barreras técnicas, legales y financieras han impedido que Cartagena cuente hoy con un sistema de transporte integrado y multimodal que incluya el transporte acuático.
La coincidencia en todas las iniciativas es la preocupación por la sostenibilidad, en todas sus dimensiones. No obstante, son esfuerzos aislados y con poca capacidad de ejercer la suficiente presión sobre los tomadores de decisión.
Con el objetivo de aumentar la capacidad de incidencia, se propuso la conformación de una mesa interinstitucional y social por la recuperación de los cuerpos de agua. Se trata de un espacio articulador que servirá para canalizar esfuerzos y aumentar capacidades locales de autogestión del territorio. Además, procurará generar sinergias entre los participantes que permitan aprovechar de mejor forma el amplio conocimiento acumulado durante años de trabajo.
A pesar de que hemos dado la espalda a nuestros cuerpos de agua y los hemos convertido en alcantarillas, basureros y depósitos de escombros, los frágiles ecosistemas aún resisten. Garzas reales, patiamarillas, tricolores, patos aguja, martines pescadores, vacos, guacos, ibises, gaviotines y fragatas magníficas, entre muchos otros tipos de aves, aún rondan sus orillas y se alimentan todos los días.
Es claro el potencial que tiene la ciudad con sus recursos naturales, pero el componente de sostenibilidad del desarrollo sigue siendo una asignatura pendiente: debemos conservar lo que aún queda. Por ello, se requiere que proyectos colectivos sean sostenibles en sus aspectos económicos, sociales y ambientales.
Desde ya trabajaremos porque esta iniciativa tenga la misma resiliencia de los cuerpos de agua, que se resisten a morir.
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