miércoles, 16 de noviembre de 2011
viernes, 29 de abril de 2011
Transcaribe
domingo, 6 de marzo de 2011
Gapminder y la Educación
lunes, 28 de febrero de 2011
De Arepa de Huevo a Freanch Toast
jueves, 24 de febrero de 2011
El Fantasma de Malthus
Es indiscutible que los países deben invertir en innovación para potenciar el crecimiento económico. Tal y como lo señala Philippe Aghion, “la productividad agrícola debió ser igual de alta en 1290 que lo que fue en 1700”. Fue a partir de la revolución industrial que todo cambió. Gracias a la tecnología hoy un ciudadano común cuenta con muchos más recursos que un par suyo nacido antes de la revolución industrial. Es decir, gracias a la tecnología las predicciones maltusianas basadas especialmente en los rendimientos marginales decrecientes de la tierra sin tener en cuenta el impacto de la tecnología en la productividad no se han cumplido hasta ahora.
Sin embargo, dichos avances tecnológicos no suelen llegar a todos los rincones del planeta a la velocidad deseada, de acuerdo con Hobin and Comin (An Exploration of Technology Difusion) “en promedio, los países han adoptado las tecnologías 45 años después de que fueron inventadas”.
Es así como en el marco de un lento proceso de difusión de la tecnología hay países “inventores” que deben estar en la frontera de la eficiencia productiva gracias a la aplicación de dichas tecnologías, y países “seguidores” que se encuentran lejos de la frontera de eficiencia productiva y para los cuales puede resultar más beneficioso comprar tecnología ya inventada que desarrollar la propia, esto implicaría que el gasto en I+D debería ser cero. Hasta aquí todo bien.
El único problema es que al buscar información al respecto es fácil darse cuenta que muchos países que claramente se encuentran lejos de la frontera productiva también invierten en I+D (Investigación y Desarrollo). De hecho, mientras los países más cerca de la frontera gastaron anualmente cerca de 2% de su PIB en I+D entre 1996 y 2007, los países con bajos niveles de ingresos gastaron en promedio un 0.6%, que no es una cifra despreciable de recursos. ¿Por qué? ¿No es pues más eficiente y por ende racional comprar tecnología ya desarrollada para alcanzar o aproximarse a la frontera? ¿Cuál es entonces la razón para que los países menos desarrollados tecnológicamente decidan invertir en I+D?
La explicación de inversión en I+D por parte de países menos desarrollados parece radicarse en la existencia de un efecto indirecto de la inversión en I+D sobre la capacidad de absorción de nuevas tecnologías compradas a otros países. Es decir, invertir en I+D permite que países menos desarrollados puedan aprender más y usar mejor la tecnología que compran a otros países. La presencia de dicho efecto indirecto explicaría las inversiones en I+D en todos los países. A pesar de que alguna evidencia empírica ha sido presentada al respecto, aún queda mucho por entender sobre este tema, especialmente si queremos mantener alejado el fantasma de Malthus.
lunes, 21 de febrero de 2011
Las Huelgas, la Información y las Redes Sociales
Recientemente hemos sido testigos de múltiples manifestaciones populares en contra de varios gobiernos alrededor del mundo, especialmente en medio oriente: Egipto, Libia, Yemen, entro otros. Observamos incluso protestas en el estado de Wisconsin en Estados Unidos en contra las que han sido denominadas como medidas anti-sindicales.
Estas protestas no son en realidad muy distintas de las huelgas observadas años atrás como las de estudiantes y trabajadores en mayo del 68 en Francia, y en Seattle en 1999 durante la reunión de ministros de la Organización Mundial del Comercio, cuando las redes sociales no tenían aún el poder de hoy.
Lo curioso en este caso es que éstas manifestaciones parecen estar relacionadas unas con otras, no sólo en el motivo de la protesta, que en casi todos los casos (excepto quizás por la de los Estados Unidos) se originan en la existencia de gobiernos autoritarios que limitan la participación y las libertades de la población, sino en la frecuencia con la que se han venido desarrollando estos acontecimientos, diseminándose de manera casi viral, o como los medios han denominado: “efecto dominó”.
La razón para explicar este fenómeno puede encontrarse en la mayor disponibilidad de información y la reducción en los costos de coordinación de grandes multitudes por la existencia de las redes sociales y mayor disponibilidad de medios de comunicación interpersonales como los teléfonos celulares. Creo que dadas las actuales circunstancias es necesario evaluar estas hipótesis seriamente y considero que la teoría de juegos puede ser una herramienta útil en este propósito. En el año 2007 el profesor James Miller en una entrevista radial (Audio adjunto), asociaba las huelgas a un juego en el que dos participantes negocian la distribución de una cantidad fija de dinero, pero en cada ronda de negociación la cantidad total de dinero se reduce.
Este juego parece describir de manera apropiada la situación confrontada por una sociedad en paro frente a su gobierno, sin embargo no es aún un juego que pueda ser usado para predecir los resultados observados en la realidad, especialmente porque no considera los costos de coordinación de la sociedad como uno de los agentes del juego. Una posición más unificada y una mayor capacidad de protesta de la sociedad (o de un sector de ella) gracias a la mayor disponibilidad de información puede generar un mayor poder de negociación para este grupo.
Considero que este tema vale la pena ser abordado con mucha mayor profundidad por parte de los investigadores sociales pues los costos de las huelgas en términos sociales son muy altos y los paros o huelgas son recurrentes, especialmente en países en desarrollo como Colombia, donde la semana pasada se adelantó un paro de transportadores que paralizó la capital del país por casi una semana.