jueves, 7 de agosto de 2025

Una etapa cerrada, un compromiso que continúa

En 2024 se cumplieron 20 años desde que inicié como profesor en la Universidad Tecnológica de Bolívar (UTB), y más de 25 años de vínculo, si cuento mi etapa de formación como economista egresado, de esta institución que ha sido escuela, laboratorio de ideas y comunidad para mí. 

En julio de 2018 asumí uno de los mayores retos profesionales: ser vicerrector académico de la UTB. En abril de 2024, después de cinco años de gestión, compartí con las directivas de la universidad un balance que no es sólo una rendición de cuentas sino un reconocimiento del trabajo colectivo de una universidad que no se detiene. 

Durante este tiempo, trabajamos con dedicación en múltiples frentes: transformamos procesos académicos, modernizamos normativas, fortalecimos la planta profesoral y abrimos nuevas oportunidades para nuestros estudiantes. Hacia afuera, la comunidad local y nacional ha reconocido la articulación positiva de la UTB en entornos y sectores diversos: la impronta de local y lo global en su relacionamiento, estando presentes lo empresarial y lo comunitario, reflejado en su contribución a la transformación de los territorios.

Como testigo de primera mano de estos logros destaco:

🔹 La disminución sin antecedentes de la ausencia intersemestral y la deserción, resultado de una estrategia integral que combinó ajustes reglamentarios oportunos, la implementación de sistemas de alerta temprana, y la consolidación del ecosistema de acompañamiento estudiantil (ECO), lo que permitió atender de manera preventiva a estudiantes en riesgo y fortalecer su permanencia y éxito académico.

🔹 El mejoramiento en los resultados de aprendizaje medidos por las pruebas oficiales SABER PRO, ampliando la distancia del puntaje promedio con las universidades de Cartagena y consolidándonos como la mejor universidad de la ciudad y la segunda mejor universidad de la región Caribe.

🔹 La creación del modelo DoReTIC para enfrentar con agilidad los retos de la pandemia, que también ha marcado  un derrotero para avanzar en la flexibilidad de nuestros procesos académicos.

🔹 El nacimiento de MAREA, un modelo de aseguramiento de resultados de aprendizaje, con el cual la UTB ha podido hacer seguimiento sistemático a las competencias genéricas desarrolladas por los estudiantes, fortaleciendo la toma de decisiones académicas y promoviendo una cultura de mejoramiento continuo basada en evidencia.

🔹 La consolidación de una nueva política de formación avanzada docente, que ha permitido proyectar estratégicamente el desarrollo profesional del cuerpo profesoral, impulsando doctorados, estancias posdoctorales y formación en maestrías propias, alineadas con las áreas prioritarias para el crecimiento académico e institucional de la UTB.

🔹 La aprobación del Estatuto Profesoral, que permitió el escalafonamiento del total de la planta de profesores, modernizando las categorías docentes, estableciendo rangos salariales más justos y alineados con el contexto internacional, y reconociendo los logros académicos y profesionales de nuestros docentes.

🔹 La creación de un modelo integral de evaluación a los profesores, mediante el cual se articulan la autoevaluación, la evaluación estudiantil, la valoración de los decanos y el cumplimiento del Plan de Metas Anuales (PMA), permitiendo alinear el desempeño docente con los objetivos institucionales y fomentar una cultura de mejora continua.

🔹La revisión de la oferta e impulso a nuevos programas académicos en todos los niveles, incluyendo nuevos doctorados propios y en red con otras universidades de calidad del país. 

🔹 El rediseño del Proyecto Educativo Institucional y el lanzamiento del Sello Institucional UTB: Formamos ciudadanos líderes transformadores, sin el cual no habría sido posible alinear curricularmente a toda la universidad en torno a una visión común de formación integral, articulando competencias, resultados de aprendizaje y propósito institucional en cada programa académico, y delineando la ruta para el rediseño curricular que actualmente se encuentra en desarrollo.

🔹 La creación de la Ruta UTB Comunidad Segura para atención a víctimas de violencia sexual y violencia basada en género, que estableció un protocolo integral, claro y confiable para la prevención, atención y seguimiento de estos casos, fortaleciendo el compromiso institucional con un campus seguro, respetuoso y libre de cualquier forma de violencia, y posicionando a la UTB como referente en la protección de derechos dentro del ámbito universitario (Enlace).

El camino recorrido ha estado lleno de retos y nos ha permitido reafirmar valores, transitar rutas de gestión de calidad educativa y mejorar nuestro relacionamiento con el entorno. Tengo la convicción de que la educación transforma a las personas y a los territorios, por el compromiso con la calidad y la inclusión, y por el orgullo auténtico de ser parte de una universidad que se piensa a sí misma desde lo local con vocación global.

Desde la distancia tengo la certeza de haber contribuido a una UTB más sólida, más equitativa, más innovadora. Gracias a quienes han hecho parte de este viaje: decanos, directores, profesores, estudiantes, personal administrativo, aliados, y muy especialmente, al rector Alberto Roa y al presidente del Consejo Superior Jorge Enrique Rumié y a todos los miembros del Consejo. 

Mi apuesta sigue siendo la misma: una educación superior de calidad, con sentido, con propósito, al servicio del desarrollo de Cartagena y la región.

Consulte el informe completo aquí.




miércoles, 16 de abril de 2025

¿El regreso del homo economicus?

Una de las críticas más conocidas a la forma en que la economía intenta entender el comportamiento humano es la idea de que las personas toman decisiones racionales. Durante casi 250 años, los modelos económicos partieron del supuesto de que actuamos como si fuéramos calculadoras perfectas, siempre buscando lo que más nos conviene. Pero desde otras disciplinas, como la psicología, surgieron fuertes cuestionamientos a esa visión.

Daniel Kahneman y Amos Tversky fueron pioneros en mostrar que, en realidad, muchas veces tomamos decisiones influidas por sesgos y atajos mentales —lo que se conoce como heurísticas. Es decir, no analizamos todas las opciones posibles, sino que buscamos soluciones rápidas y simples, que no siempre son las mejores. Por este trabajo, Kahneman recibió el Premio Nobel de Economía en 2002, y años después, también lo hizo Richard Thaler (2017), otro referente de la llamada economía del comportamiento.

Una de las razones por las que usamos estas heurísticas es porque hacer análisis complejos no es fácil. De hecho, ya en los años setenta, Herbert Simon había hablado de esto con su concepto de racionalidad limitada: no tomamos decisiones perfectas porque no tenemos ni el tiempo, ni la información, ni la capacidad para hacerlo.

Ahora bien, con la llegada de tecnologías como los modelos de lenguaje de gran escala (los famosos LLM, como ChatGPT, Copilot, DeepSeek, Grok, Gemini o Claude), quizás esta historia está por cambiar. Estas herramientas están empezando a ayudarnos a procesar información de forma mucho más rápida y profunda. Y si logran facilitar la toma de decisiones complejas —como elegir un plan de pensiones, un seguro, o una carrera universitaria— podríamos empezar a tomar decisiones más racionales, más cercanas a lo que "deberíamos" haber elegido según los modelos económicos clásicos.

Esto nos lleva a una pregunta interesante: ¿podrían estas tecnologías darnos una nueva versión del homo economicus? ¿Una donde, con ayuda de inteligencia artificial, sí tomemos las decisiones óptimas que antes solo existían en la teoría?


* Nota al margen

Como ejemplo ilustrativo, realicé un ejercicio con el quiz diseñado por Hans Rosling sobre "Factfulness", disponible en factfulnessquiz.com, para evaluar si las respuestas generadas por Copilot presentaban sesgos. Los resultados fueron interesantes: el modelo respondió correctamente al 100% de las preguntas, muy por encima del promedio de respuestas correctas de los usuarios humanos, que ronda apenas el 40%. Este resultado sugiere que, al menos en ciertos contextos, la inteligencia artificial puede ayudarnos a corregir errores sistemáticos de percepción sobre el mundo. Sin embargo, también es importante reconocer que estos modelos no están exentos de problemas: siguen existiendo riesgos de que reproduzcan sesgos estructurales, como lo advierten investigaciones sobre racismo encubierto en IA, como la publicada por el Instituto de IA Centrada en el Ser Humano de Stanford (ver aquí). La cuestión, entonces, no es solo si la IA puede tomar decisiones racionales, sino también quién define lo que es racional y bajo qué valores.


martes, 1 de abril de 2025

Notas de familia

En la etiqueta interna de la guitarra se lee un viejo rótulo de papel que dice “Musical Emporium, J. Llobet y Cía., S.C. Rambla de Canaletas, 129 – Telf. 222 42 86 Barcelona – 2”.

Una simple búsqueda en Internet me llevó a encontrar la tienda de la que salió la guitarra de mi padre.

“José Llobet Gardella, un catalán que un día emigró a Argentina en busca de fortuna, y de la cual volvió casado con una italiana y con dos hijas, quien tuvo la idea de fundar una editorial destinada a la edición de partituras, en especial religiosas, y también música popular catalana. Fue así como Musical Emporium abrió sus puertas en 1900, en un pequeño local casi a tocar de una plaza de Catalunya que aún no había empezado a urbanizarse. Hacía apenas una década que se había instalado la actual Font de Canaletes, y la ciudad recién comenzaba a ramificarse hacia el naciente Eixample.” El Mundo.

En ese local, en algún momento entre 1900 y 1970 debió ensamblarse la guitarra de la cual hoy quiero hablarles. Mis padres, pereiranos de nacimiento, se conocieron en Manizales en enero de 1970, durante las ferias. Mi mamá me contó que mi papá compró la guitarra en 1973 al padre José María Ruíz Piedrahíta, que era el párroco de la iglesia Nuestra Señora de Fátima en Pereira. El padre Ruíz había traído la guitarra de España años antes y le dijo a mi mamá que le vendía la guitarra. Cuando mi mamá le contó a su entonces novio sobre la oportunidad, este no lo dudó un segundo y la compró por aproximadamente tres mil pesos.

Cuando la violencia y el narcotráfico nos sacaron de Pereira en 1989 yo tenía 14 años y la guitarra probablemente unos 20, nos fuimos a Cartagena, ciudad que nos recibió como propios. Instalados en Cartagena, de lo poco que recuerdo de nuestra vida anterior era la guitarra, creo que fue lo único que trajimos con nosotros. Desde 1973, esa guitarra acompañó a mi padre por más de cuatro décadas, 42 años, hasta su muerte en el 2015.

Al morir a causa de cáncer el 21 de abril de 2015, parecía que la guitarra hubiera hecho eco de su rápido deterioro. Estaba en un estado lamentable. Sin saber qué hacer, la guardé por unos años con el mismo cariño con que se guarda el par de zapatos viejos. Los únicos sonidos que emitía eran ecos de recuerdos de nuestras sesiones, cuando tocábamos juntos las mismas canciones que tocaban nuestros abuelos. Los bambucos de Luis Carlos Gonzalez, los tangos de Carlos Gardel y las rancheras de Jose Alfredo Jiménez.

Un día, me atreví pedirle a un gran amigo, Eduardo Bosa, que me ayudara con la restauración de la guitarra. Si había alguien al que le confiaría la guitarra de Tato era a Eduardo. Dejó una prominente carrera como ingeniero para dedicarse a la lutieria, oficio que es su pasión y en el cual ya llevaba para entonces unos años. Eduardo ha estado construyendo guitarras en su taller en Cartagena, Colombia, desde 2014, combinando métodos tradicionales y modernos para ofrecer instrumentos hermosos y de alta calidad (Ver web aquí).

Eduardo conoció bien a mi padre, por eso asumió este proyecto como propio, con el mismo cariño, cuidado y dedicación con el que lo hubiera hecho si la guitarra hubiera sido suya, asumiendo un costo enorme. El costo que para Eduardo implicaba dedicar tiempo a la guitarra era equivalente a dejar de trabajar en sus proyectos comerciales, y siendo un lutier que trabaja solo, cualquier minuto cuenta. A Eduardo le estaré eternamente agradecido.

Cuando Eduardo me entregó la guitarra no pude contener las lagrimas. Todos los años de escuchar sus ecos en la casa, todas las canciones, todas las reuniones familiares, todos los momentos compartidos me cayeron encima con el peso de la ausencia. Sentí al mismo tiempo la compañía de mi padre y la orfandad. Pero sin duda, la dicha de tener la guitarra en mis manos opacó cualquier viso de melancolía.

Otro momento muy feliz, aunque lleno de nostalgia, fue cuando entregamos la guitarra restaurada a mi mamá, el día e que celebramos sus 80 años. Reunidos en familia cantamos nuevamente su repertorio, Mi Casta, La Ruana, Muchachita pereirana, Volver, La Media Vuelta, entre muchas otras. Celebramos la vida de Tato y su legado, lloramos y reímos.

La tienda Musical Emporium cerró sus puertas en 2014, después de 114 años de historia el sueño de José Llobet Gardella llegaba a su fin, sólo un año antes de la partida de mi padre. Pero la música trasciende las despedidas. A nosotros nos queda la guitarra, que a estas alturas tiene más de medio siglo de existencia, y que espero siga resonando por muchas décadas más. No solo como testigo del paso del tiempo, sino como un puente entre generaciones, recordándonos que mientras haya alguien que toque sus cuerdas, la memoria de quienes amamos seguirá viva. 





lunes, 31 de marzo de 2025

Tato


El orgullo de Dolores

ejemplo de mil fracasos

hombría hecha dulzura

de caricias y de abrazos


Alentaste nuestros vuelos

Tú, haber de mis haberes

Amable tejedor de anhelos,

artesano de quereres


Al mar fueron tus cenizas 

Nunca abonarán las rosas

Pero alentarán las brisas 

Que impulsan las mariposas