sábado, 25 de abril de 2015

Homenaje a Tato

Fallecido el 21 de abril de 2015

La llegada a la casa de mis padres es una imagen fija, al entrar se ve a Tata en la cocina horneando galletas, escuchando a Tato cantar en el fondo de la sala. Así era que te quería, así era que te buscaba, de delantal y pañuelo y lunares en la cara. 
Mi abuela Dolores Uribe, se enamoró del Joven Sigifredo Toro, de quien al casarse heredó el ya en desuso posesivo “de”, antes de su apellido, quedando así nombrada Dolores de Toro, por supuesto debió corregir esta broma del destino adaptando el nombre de Dolores a Lola. Mi abuela, quien a sus 97 años aún vive, decidió nombrar a todos sus hijos en honor a San Francisco de Asís, así mi papá fue nombrado Francisco Jairo Toro Uribe. Sin embargo, mi papá no era Francisco Jairo, o Jairo, sino Tato, sobrenombre que heredó de mí mamá, que desde pequeña llamaban Tata.
Sus conocimientos de agronomía quedan sembrados en el patio de Jaime y Ana en un par de grandes Samanes y orquídeas florecidas. Amante de la poesía de Pombo, Silva, Barbajacob, Luis Carlos Gonzalez, Guillermo León Valencia, Luis Carlos Lopez.
Tato fue un hombre entregado totalmente a la familia. Hace poco alguien me recordó que “el acero se forja al fuego”. En el mayor momento de escasez, sumó todos los centavos y se inventó mil malabares para que Mile se pudiera ir a estudiar inglés a Australia, inversión que retornaría con creces pagas en sonrisas y besos de su nieto. Durante mi servicio militar, solo alcanzaban los recursos para el bus de ida y regreso a Barranquilla, por lo que mi papá caminaba desde el estadio hasta el barrio El paraíso, distancia que hacia palidecer nuestras más duras marchas militares. Todo para llevarme un jugo en polvo, que realmente sabía a gloria.
Tata, su compañera, su amiga y amante. El mejor ejemplo que nos dejan es haber forjado un hogar unido, superando las duras pruebas que les puso la vida. De este ejemplo bebemos diariamente Milena y yo para construir los nuestros. Tata, “Mi Negra” ahora tu “negro” te acompaña desde el cielo, no para darte fortaleza, porque esta te sobra y has tenido hasta para darnos a nosotros. Sino, para velar que por el resto de la vida no te haga falta nada.
Porque así es tato, antes que él estamos nosotros. Esperó la llegada de mi hermana para despedirse, para dar sus últimos suspiros de su mano y de la de mi madre. Estoy convencido de que tal fue su entrega que murió justo en el momento en el que la Vincristina y el Rituximab entraban a las venas de Ericka, no me cabe la menor duda de que lo hizo para inyectar su espíritu en nuestra alma y darnos fuerza para superar esta dura etapa.
Gracias a todos por acompañarnos hoy en este homenaje a la vida de un hombre cuyo legado no es uno material, es un legado de amor a su familia, de devoción absoluta, de entrega consumada. Mi padre, una mezcla extraordinaria de características ordinarias, un bohemio ermitaño. Hombre de Casta montañera, de Ruana y guitarra, compositor, Compañero, guitarrista, Boga, pescador, jardinero y definitivamente “el mejor pintor de mariposas”.
Tato, hoy te rendimos homenaje y en nuestra mente queda fija la imagen de tu Muchachita Pereirana horneando galletas y tú, su compañero. Compañero, compañero: prosigue tu marcha y canta, sembrando sobre el camino, el rosal de tus palabras, que es deber del corazón, y razón de la esperanza, dar nueva vida a los surcos, para después arrancarla.
Canta en tu casa sobre el mar!



Daniel Toro Gonzalez
24 de abril de 2015